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Literatura

Selma Ancira presenta su Cartas del verano de 1926

Selma Ancira con el también escritor Mauricio Wiesenthal quien asistió a la presentación de las Cartas del verano de 1926

Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak, R. M. Rilke y las Cartas del verano de 1926 reaparecen este verano gracias a la encomiable labor llevada a cabo por la ganadora del Premio Nacional de Traducción Selma Ancira. Sin duda, una obra irrepetible, que gracias a la excepcional traducción (la segunda) de Selma, el lector hispano alcanza la espiritualidad de las palabras de los tres grandes poetas.

Fue el pasado 5 de julio en la cafetería de la librería La Central de Barcelona. La tarde avanzaba y la voz de Selma Ancira pronunciaba los nombres de los geniales poetas mientras el cielo amenazaba con descargar su furia en el acto. Finalmente, la literatura venció a los elementos y tanto la traductora como sus invitados pudimos escucharla y entender un poco mejor la grandeza de una obra inigualable, Cartas del verano de 1926.

La obra es un continuum de la correspondencia conservada que intercambiaron los tres poetas en el verano de 1926 en el que se advierte, aunque sutilmente, la admiración que sentían entre ellos, entre otras cosas, porque tenían en común un sentido trascendente de la poesía. Rilke, enfermo ya mientras mantuvieron la correspondencia, murió a finales de ese mismo año, pero antes pudo cartearse con ambos y a enviar dedicados sus Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. 

Selma Ancira en un momento de la presentación del libro

Selma nos descubre en el transcurso de la presentación, la admiración que siente también por la poeta rusa y en un alarde de sinceridad confesó al auditorio «me enamoré de Marina Tsvietáieva cuando siendo muy joven y estando en Moscú llegó a mis manos un volumen de las cartas» y añadió «tras leerlo descubrí mi vocación de traductora».

Sin duda, «Marina Tsvietáieva ha conseguido un lugar y un espacio entre los lectores de habla hispana» concluyó. Según la traductora, si se diera el caso que Tsvietáieva quisiera ser traducida debería dominar el sonido sobre el resto, por ello sintió la necesidad de volverlas a traducir.

Volviendo a la obra, los colaboradores de Selma Ancira señalaron la importancia que Rilke tiene en muchos poetas contemporáneos e identificaron en sus cartas un tono contenido, tal vez, con el fin de controlar el torrente de admiración que mostraba Tsvietáieva en sus cartas. Los interlocutores comentaron que Pasternak también admiraba a Rilke a quien había conocido de niño debido a la amistad que tenían el poeta austríaco con el padre de Pasternak. En sus cartas se indentifica un tono más ponderado en el que se descubre la admiración que profesa por Rilke, pero de forma equilibrada, sin desmesura. Sin embargo, con la grandeza de los tres poetas, la lírica no podía desaparecer por culpa de los cánones impuestos por la razón y aparecen en numerosos fragmentos y frases de las cartas algunas muestras: “¡Oh, qué tuyo soy, Marina! En todos lados, en todos lados (…) Este dolor se llama felicidad.” Pasternak a Tsvietáieva. “Grandioso y queridísimo poeta (…) Lo amo como la poesía quiere y debe ser amada, como la cultura viva celebra, admira y vive sus cumbres.” Pasternak a Rilke. “Pero a ti, Marina, no te encontré a simple vista,fue Borís quien puso el telescopio ante mi cielo… Al principio, al alzar la vista, solo vi espacios que se iban sucediendo precipitadamente, y luego, de repente, allí estabas tú, pura y fuerte, en el centro del campo visual, allí donde los rayos luminosos de tu primera carta te concentraron en mí.” Rilke a Tsvietáieva.

El 29 de diciembre de 1926 Rilke murió a la edad de 51 años. Hasta llegado ese momento, mantuvo contacto con sus discípulos, consecuencia de ello, una vez los poetas rusos conocen el destino de su amigo, deciden continuar con la correspondencia, que en un principio guardaba relación con Rilke y por ello, escriben por él.

El destino de Marina fue trágico suicidándose en 1941 en la más absoluta miseria. Paternak murió, tal vez de melancolía por no haberle dejado las autoridades soviéticas recoger en Nobel, en 1960.

Un libro escrito con el alma que la misma correspondencia contribuyó a su nacimiento. Un libro muy famoso en los años 70 en la Unión Soviética y que Selma Ancira, para la suerte de los hispanos, tradujo por primera vez en los años 80.

Acerca de Enrique Salvat

Humanista, historiador, periodista digital y Community Manager constituyen mis actividades diarias, eso y la pasión y energía que deposito cada día en el amor a este trabajo.

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